Los principios y/o valores que caracterizan a los profesionales de la salud condicionan y determinan cierta identidad en ellos, y transmiten una idea a la sociedad acerca de las actitudes, conducta o comportamientos que se atribuyen a los mismos.
Esos valores constituyen el fundamento del prestigio y la reputación profesional del colectivo, y en la medida en que las actitudes o el comportamiento individual de los profesionales no respondan o no se ajusten a dichos valores, socialmente se tiende a deslegitimar esta reputación corporativa y la confianza de los ciudadanos y la sociedad.
Ante esto, la participación, el uso e intervención de los médicos en las redes, su actitud y la imagen que transmiten deben ser coherentes y ajustarse a las expectativas y a las normas propias de educación y cortesía que cabría esperar de ellos en su desempeño habitual.
De los médicos se ha esperado siempre un comportamiento “ejemplar”, atenido a ciertas normas. Entre las características que se han venido predicando del mismo estarían –entre otras- las siguientes: altruismo, seriedad, vocación, educación, trabajo, respeto, dedicación, cortesía, compromiso, veracidad, espíritu de servicio, honestidad, integridad, humanidad, desinterés, bondad.
El uso y la participación en las redes sociales del Médico deben conllevar un comportamiento acorde con los principios del profesionalismo médico y con los valores identificados (esperables hoy por la población y los ciudadanos), dada la dificultad que entraña el separar en ocasiones la esfera particular o individual de la puramente profesional.
La participación en las redes sociales por parte de los médicos inevitablemente transmite los valores y las actitudes que se desarrollan en la práctica profesional. Por ello, la profesión médica tendría que presentarse como homogénea en torno a un conjunto mínimo de valores estructurados que la sociedad sea capaz de entender y evaluar.